lunes, 9 de agosto de 2010

Vampira que respira / Bruja que apretuja

Llegó tu hora bruja... Desciendes a mis dedos con la rapidez intempestiva de un rayo, así también apareciste en mis días, días extraños, con una carga indolente de preguntas. Entraste con tus letras espontáneas, estudiadas, haciendo gala de tus conocimientos literarios, desbordando pureza, magia gramatical, especie de locura sin remedio, diversión premeditada; esa eres tú.
Aún recuerdo el sueño nocturno, madrugador, llego la noche en que te leí por primera vez, un sueño en blanco y negro, como de la antiguedad, con deja vues que puedo evocar ahora.
La vecina cara redonda, con su faldón rosado, con una especie de turbante en su cabeza que me recuerdan a los piratas se sentaba sola en el patio trasero de su hogar a sembrar tomates, ahí te vi, esa eras tú.
Hoy diva, amada por tantos, envidiada por muchos, sigues aquí en este presente que te dio la actitud ideal para sobrevivir en tu valle de sombras particular, en tu México lejano, en tu ensenada romántica taladras los pensamientos mas bajos de tus chakales adictos y, lo mejor de todo es que disfrutas hacerlo.
Esa eres tu, deseando que la cannabis comande tu médula espinal, que tus hadas abandonen tu cerebro, con esas mujeres que viven en ti, cada una aportando mas que el nombre, esencia, virtud, cualidades deseadas por cualquiera. Ellas son tú, unas veces María, otras veces Babeth, casi siempre Kali, todas con la letra H escarcificada en el torrente sanguíneo, con sus medias muertes tan impredecibles como el futuro mismo.
En mi presente te conozco, pero de mi pasado te recuerdo. Gracias por volver Elizabeth... Vecina vampira que respira.
21 julio 2010

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