jueves, 29 de marzo de 2018

Pascua.

Jueves santísimo, como las sospechas que me pellizcan los isquiotibiales.
Estoy lista para asomarme por la ventana y ver la marcha de nazarenos prometidos, de dolores pagados, de angustias, de hipocresías.
Una mujer ralla sus rodillas en el asfalto y dice que es por su Dios.
Un hombre llora de miedo y dice que es por su Dios.
Un niño no entiende nada y dice que es por su Dios.
Yo digo que las campanas de la iglesia deletrean esternocleidomastoideo y nadie me cree.
No voy a confesar mis pecados, estoy lista para comerte, carne.

martes, 31 de enero de 2017

Hogar

Es esta una rara noche...
Pienso en el arroz con pollo hecho por mi madre a mediodía
En los nudillos blancos de mi padre negro
En el retozar y la lascivia de la despedida

Veo la luna que parece una sonrisa y noto que la sombra de la noche no puede opacar la abundancia de lechosas...

También pienso en ti, y en Piar fusilado.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Maraña

Me gusta incrustar las uñas en la tierra y ser. Elijo incrustar las uñas en tu espalda y también ser.
Voy a cantarte los miedos que coartan el sueño y esperar.
Voy a buscarte en todos mis propios dolores sin desesperar.

Está bien no querer repetirse. Está bien no querer pudrirse en un pasillo de hospital.
Está bien disipar el olor a ampicilina convertido en perfume perenne.
Está bien irse y dejarse ir. Al menos por hoy.



lunes, 26 de diciembre de 2016

Nocturnidad.

Que rápido caminan los alacranes, lo noté la madrugada en que uno picó mi dedo meñique izquierdo y se dio a la fuga entre los segundos que me tomó reaccionar para encender la luz y ver qué había pasado.

El dolor era intenso, hincaba como un acceso lleno de pus que se resiste a drenar.

Pensé en eso, en la resistencia a drenar aún estando llena de pus.

Ningún recuerdo sobre "qué hacer ante una picadura de Alacrán" alcanzó a recordar mi memoria, el dolor lo frenaba todo, las lágrimas se amontonaban en mis ojos pero yo me resistía a llorar. Otra vez, otra vez la resistencia a drenar.

Me desesperé, la confusión hizo su parte y sentí que el sudor se helaba en mi piel. Me sentí "a la deriva", también pensé en Horacio y su desdichado Paulino. Pero no, yo no era Paulino y esto no parecía obra de una serpiente venenosa.

-Debiste haber orinado en tu dedo, dijo mi madre a la mañana siguiente cuando le conté lo sucedido. Mi madre, esa sabia mujer indígena había pasado por no menos de tres picaduras semejantes.

Me retorcí en la cama mientras apretaba fuerte mi dedo, el dolor se unió a la rabia y comencé a revisar por todos lados, no veía nada. Escudriñé la almohada que había abrazado minutos antes de sentir el ahijonazo y en donde sospeché descansaba el odioso animal, nada.

Justo antes de rendirme di un vistazo nuevamente debajo de la cama, apenas logré divisar una de sus paticas, trataba de esconderse debajo de una hoja de papel que yacía en el piso. La repulsión encarnada en un animal.

Busqué un zapato de tacón ancho y lo golpee rápido y fuerte; una, dos, tres veces, hasta que se explayó. Los alacranes no exponen sus tripas al ser aplastados, no sale nada desde el interior de su cuerpo, solo se aquietan y ya.

-¡Hielo!, dijo wikipedia a la rápida búsqueda que hizo desde su móvil quien dormía a mi lado esa noche. Sacó del congelador una bolsa con carne congelada y lo sostuvo encima de mi dedo por unos cuantos minutos.

Me miraba fijamente, con sus ojos pequeñitos y todavía somnolientos examinaba mi dedo, seguía registrando los alrededores de la cama y volvía a mirarme. Lloré, el miedo hizo su parte y la purulencia que soy, de alguna forma simplemente drenó.

No se lo dije, pero con la capacidad adquirida para la vigilia obligada, pude haberme quedado despierta el resto de la noche a la espera de la próxima amenaza.

Cuando el dolor fue apenas perceptible, me olvidé, me dejé llevar, me rendí, ya no habían razones para la resistencia. El sentido de protección encarnado en un hombre hizo su parte, me dormí.

Algunas noches sólo somos amor y miedo.




sábado, 16 de enero de 2016

Así.

El pequeño cuarto de alquiler era el punto de reunión. Noche de discoteca.

-Me voy a lavar el cabello, necesito lavármelo porque así no pienso salir.
-Marica, no hay agua. O sea, hay, pero un tobito pa cada una.
-Tranquila, eso me alcanza.
-¿Pero cómo? marica, es un tobito nada más.
-Bueno, mira, así: Te mojas el cabello y te echas el champú, te estriegas y cuando te lo vas a enjuagar, pones a que esa agua caiga en otro tobito, no la botas... y después que te sacas el champú, te bañas con esa agua que no botaste. ¿Tú nunca fuiste pobre?

Carcajadas.

(Porque la pobreza es por sobre todas las cosas un gran aprendizaje, un nunca olvidar-se, una coñoemadrada capaz de desatar risas un viernes por la noche.)