Historias envueltas en Niebla Espesa.
A las 9 y 38 am la resignación abrió la puerta y con voz opaca dijo que el hijo de una mujer había muerto al ser atropellado por un tractor cuando cruzaba aquel camino de tierra, poco se recuerda de aquel instante intenso, nefasto para unos y liberador para otros, cuentan que la mujer soltó de sus manos aquejas gigantescas ampolletas y se sentó al costado de la mesa, no lloró, no preguntó nada, solo cerró los ojos un poco y se dejo caer.
Minutos después en la entrada de la morgue cientos de ojos se miraban entre si, voces entremezcladas en un cuchicheo interminable sofocaban el ambiente, desconcierto, estupor y lágrimas ante la cercanía de un inocente cuerpo sin vida, todos lloraban, menos la madre del niño, ella permaneció inmutable, con una calidez insospechada en su rostro, pasiva, en pleno reconocimiento el duelo.
Asistida por un amistoso compañero de trabajo la mujer entró a reconocer el cadáver de su hijo, lo miró y empezó a acariciarlo lentamente, tomó un paño en sus manos y embadurnándolo en solución salina empezó a pasarlo por su cuerpo, lo limpió amorosamente de la tierra que mezclada con sangre se había adherido al cuerpo del niño. Dicen que la mujer recitó palabras de amor entre sus labios semicerrados, que cantó poesías para él, que besó sus ojos cerrados y se despidió con tranquilidad.
Nadie lo entendió, nadie lo creyó, que "innatural" es una madre que no llora la vida perdida de su hijo, que "inhumano". Pero así fue, la mujer nunca lloró a la vista de nadie, no se revolcó el día de la sepultura, no amenazó con lanzarse a la fosa junto al ataúd, no derramó centenares de flores, no se vistió de negro trémulo ni perdió la voz. Solo había perdido a un hijo.
Osho dice que la tristeza por la muerte de una persona no es lo normal, es lo que siente la media de la gente, que es una costumbre fomentada durante siglos; "La muerte no destruye nada. -dice- El cuerpo es polvo y se reduce a polvo, nada se destruye. Quien llora por la muerte de alguien lo hace por formalidad o porque nunca quiso a la persona que murió y ahora está arrepentido". Me gusta este pensamiento de Osho, tan real, tan verdad.
"La naturaleza, buscando una fórmula que pudiera satisfacer a todo el mundo, escogió finalmente la muerte, la cual, como era de esperar, no ha satisfecho a nadie." Esto lo dijo Cioran, el hombre de los verbos desolados, el que sucumbió a la imprecisión del hastío, el nihilismo hecho hombre, la mortaja misma. Yo, no tengo nada que decir, ahora como al momento del relato solo callo, una palabra más, una palabra menos, es suficiente. Una mirada basta.
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