martes, 24 de abril de 2012

Zombie.

Una mañana pasa rápido si despiertas a las 5:00 am, cuándo abres bien los ojos pueden ser las 10 de la mañana, y en un parpadeo son las
12pm, todo fluye con rapidez, incluso tus pasos, tus pensamientos y tus acciones, te vuelves una especie de Robotina víctima de explotación.

Sin embargo las noches no son así, las noches tienen la particularidad de ser lentas, lentas como las gotas de sangre coaguladas en un set de infusión para hemoderivados, no corre, no pasa, no fluye. Lo sabe el que se desvela por oficio o por desperdicio, por obligación o por elección. Aunque no distan unas de otras, toda obligación fue antes una elección, y todo el que no durmió por oficio, descubre mas temprano que tarde que fue un desperdicio; desperdicio de tiempo irrecuperable, de descanso insustituible, de calor y comodidad hogareña irrepetible, se desperdicia también la posibilidad del empiernamiento sexoso que, -bien se sabe- ha contribuido por milenios al equilibrio planetario, y cuando eso se desperdicia... desquicia.

Después de todo la noche se hizo para eso, para que en su lentitud, los ilusos mortales descansaran del día, del sofocante calor de la rutina, y de la agobiante esclavitud moderna. Además, para que la noche fuera placentera le agregaron el opio fetichista del soñar, así, al despertar al día siguiente, los ilusos mortales podrían sentirse con valor para enfrentarse de nuevo a lo mismo, y hacer realidad eso que soñaron. Y si por algún motivo los ilusos mortales quieren incursionar en las lides farmacológicas, deben saber que los efectos duran poco, que las alucinaciones no cuentan como sueños, y que el arrepentimiento si es duradero, no perdona, y condena como el mejor juez.

Los entendidos en el tema advierten que al desvelarse se pierden neuronas que no se reponen jamás, el individuo se torna irascible, hípersensible, depresivo. Se convierte en una especie de zombie mal humorado que vaga por la ciudad. Es interesante -y algo inquietante- admitir que lo he vivido muchas veces, quizá. Obviamente no he sido una zombie más, he sido una zombie con hermosa cabellera, buenas piernas y mejores manos, con algo de ojeras y arrugas pero, ¿qué zombie no las ha tenido alguna vez?

Justo ahora recuerdo lo que me desconsuela de mi desvelo oficioso, es ese instante tortuoso al que pude darle el nombre de: "la hora macabrona". Ocurre de 2 a 3 de la madrugada, a esa hora nunca sabes si es demasiado tarde o demasiado temprano. Durante esos 60 minutos cualquier cosa puede ocurrir; un enfrentamiento, un enfriamiento, un solapamiento, un nacimiento, una orfandad, una maldad, una despedida eterna. Es la hora cumbre de la vida y de la muerte, cara a cara se rozan cordura y locura, minuto a minuto se desafian dilemas éticos y morales, segundo a segundo el silencio establece su monarquía. A las 2 y 59am los corazones de los ilusos mortales se reinicia, y su hermoso compás alegra, alivia.

Y cuando que el reloj marca las 3:00am... los zombies lindos ya no se ven.

2 comentarios:

  1. Dice una frase de Goethe: La noche es la mitad de la vida y la mejor mitad. Y yo me pregunto: ¿si es la mejor mitad, por qué la pasamos durmiendo? ¿o tal vez es la mejor mitad precisamente porque la pasamos durmiendo? Demasiado filosófico para mí! Solo puedo decir que me encanta la noche, la luna, las estrellas... tienen algo mágico que no sé explicar, además la única manera de llegar al día es atravesando la noche (esolo leí por ahí).
    Muy buena entrada, me encantó! Un abrazo, amiga.

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  2. Si Goethe lo dijo porque tuvo una noche de sexo intenso lo apoyo. Sino no. =P

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