viernes, 2 de marzo de 2012

De siete pe eme a siete a eme.

Historias envueltas en Niebla Espesa.

La noche nos arropó rápida, insolente, inevitable, la noche se vistió con excesos de oscuridad. Ningún otro día de jornada apremió tanto por la claridad del amanecer.
Miraba el reloj constante, impaciente, incomoda, incapaz. Por fortuna me acompañaba quien posee la adorable facultad de la conversación,ese tipo de personas que de cualquier cosa puede exprimir cuentos interminables, sin duda eso era un punto a mi favor.

Entre alarmas y medicinas la noche fue pasando lenta, incómoda, inmóvil, implacable. No sé si era tan madrugada como decía el reloj o tan noche joven como mostraba la ventana, a las 4 de la mañana nunca se sabe si es muy tarde o muy temprano.

Una alarma insospechada nos despabiló el poco sueño que pretendía distorsionar nuestra atención, y una alerta roja disparó los sentidos rápidamente. Adivinando una el pensamiento de la otra corrimos, con las manos mas laboriosas que nunca hicimos mucho y fue poco lo que dejamos de hacer, en el afán de cumplir el deber nunca aceptamos que esa madrugada nos ganaría por funesta. El minuto aciago se hizo presente, silencioso, lento, incómodo, implacable y muy capaz.

A las seis a eme una tenue linea naranja se fue dibujando en el firmamento, lenta, cómoda, implacable, mortal.

A las siete a eme entre voces y papeles agradecimos por el tácito amanecer, caminado por los pasillos bulliciosos dejamos atrás el madrugar aciago, y entre sonrisas cansadas vimos cómo la puerta de salida dibujaba vida en su exterior... Un hombre sonriente nos miraba desde afuera, mi dicharachera acompañante se despidió con una sentencia que enterneció mi alma;
- "Cuando veo esa sonrisa en las mañanas puedo olvidar hasta la noche mas lenta y malvada de mi vida"- Divina se dejó acurrucar por esos brazos que la recibieron tiernos y protectores, y mientras se sonreían los vi marcharse lentos, cómodos, cómplices.

Mientras se perdían entre el estacionamiento yo metí las manos en mi bolsillo, urgente revisé la pantalla del celular, una nada me dijo que eran las siete y dieciocho a eme, caminé hacía la parada de autobús, lenta, sola, invisible, pensando, pensando.

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