martes, 6 de diciembre de 2011

Tu real irrealidad.

Historias envueltas en Niebla Espesa.

¿Te acuerdas Sylvia? ¿Te acuerdas cuando la araña con sus grandes ojos te acechaba en el rincón? Tú me lo contaste aterrada...

¿O yo estaba a tu lado? ¿Era yo quien sujetaba tu mano temblorosa? ¿Por qué no puedo recordarlo Sylvia? Espero tu respuesta, pero tardas mucho en contestar, claro, le estás contando la misma historia a cientos mas, no sé qué preguntas te harán, pero ¿mis preguntas son más importantes para ti verdad?

Siempre recuerdo las interminables horas de conversación, tus relatos eran los mejores, algunos aterradores, otros me hicieron reír hasta el cansancio, oh Sylvia, tus palabras hoy se oyen tan lejos que me resulta difícil entenderlas.

Hoy eres cómo un susurro.

¿Puedes oír mis preguntas? ¿Por qué estás tan pendiente de todos? ¿Por que no dejas de preguntarles a los demás qué tienen o qué sienten, por qué siempre quieres saber como están los desconocidos? ¿por qué te interesas tanto por quienes no conoces? Ojalá te lo hayas preguntado.

Dime, ¿acaso quieres huir de tu realidad? ¿saber de los demás te hace olvidar tus propias angustias? dime si algún día te cansaras, coño Syivia perdona mis malas palabras, pero cada vez que te veo desvivirte por alguien más me rompes los ovarios, no puedo entenderte. No puedo entender tu patológica necesidad de querer agradarle a todo el mundo. A veces eres tan patética que siento vergüenza ajena y desvío la mirada, el pensamiento y hasta el corazón.

A veces tengo que recordar lo que nos une en realidad para poder seguir escuchándote, leyéndote, viéndote, sí, recordar para poder seguir creyendo en ti.

Siempre admiré tu preocupación por cumplir con todos, siempre tenías una sonrisa para los tristes, un consejo para los desesperados. Tu vida era perfecta, ¿o no Sylvia? Nunca te pregunté quién te aconsejaba a ti o te hacia reír cuando estabas triste. No era yo. No se quién es. Pero ojalá lo hayas tenido.

Creo que voy a pedirte perdón por dejar que la araña te atrapara, por no zafarte a tiempo de ella, creo que por eso tu voz se volvió susurro, porque la tela de araña te rodea la boca y no puedes hablar, pero puedes escribir, claro, ya no recuerdas mi dirección, por eso no puedes escribirme a mí. Yo sé que me alejé, y también sé que me seguiré alejando de ti. No puedo ser cómplice de tu dualidad, tu vida no me gusta, veo que a veces no eres sincera, a veces mientes, a veces acosas, y eso es aberrante.

He querido ayudarte, he querido traerte al mundo real, donde nada es simple, pero al menos es real, simple, sin poses, sin artificios, pero no, tú prefieres seguir ahí, absorta en ese mundo tan banal, tan soez.

¿Me vas odiar por esto verdad Sylvia? No me importa, estás mal, enferma, tu mente le gana a todo. Creo que te perderás ahí y perderás también todo lo que construiste. No mires más por esa ventana, no. No te dejes llevar por el desespero, trata de ser valiente, de ser fuerte.

Yo ya no puedo acompañarte más, no soy buena salvando gente, si no quieres oírme todo quedará ahí, en tus recuerdos y en los míos.

 La araña te sigue atrapando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Disipa aquí