miércoles, 14 de diciembre de 2011

De como Sísifo se encontró con Bucay.

Historias envueltas en Niebla Espesa.

¡¡Esto es una estupidez!! -Me dije- Una cuadra antes de llegar al sitio ya no quería seguir caminando. Me detuve un par de veces, hice como si amarrara las trenzas de mis zapatos, respiré, miré hacia adelante y seguí caminando.

Ya estando en el sitio mi nerviosismo se acrecentó. El ambiente era solitario, moderadamente decorado, habían luces de navidad y un santa claus en la puerta, lo miré y,  -¡Que cagada! -Pensé- No dejaba de moverme, intenté leer una revista pero veía todo disperso, la concentración se había ido. A los 5 minutos de haber llegado, la puerta de entrada se abrió y vi entrar a una chica

-Buenas tardes. -Dijo-

Se sentó frente a  mí, parecía cansada, dejó la mirada fija en la mesa de star y luego enmudeció, al verla así calmé mis nervios.

Unos minutos después entraron dos chicas más, jóvenes, quizás de unos 20 o 22 años, conversaban entre ellas a baja voz, se veían "normales".

Yo no sabía que pensar, estaba absorta en esa escena hasta que apareció un muchacho, alto, blanco, de grandes ojos claros, parecía desolado, las lágrimas en sus ojos no dejaban de brotar, me asusté, sentí de nuevo nervios, preocupación, un no sé qué extraño dentro de mi me obligaba a abordarlo y preguntarle si le dolía algo, si podía hacer algo por él, pero no lo hice, me quedé en el asiento pegada, mirándolo de reojo, el silencio reinaba, y sólo de vez en cuando se interrumpía por si sollozo.

Cuando iba a fundir mi inquieta atención en la revista, una voz de mujer que no alcancé a ver mencionó mi nombre.

Me levanté con mis nervios y traspasé la puerta, al entrar el corazón iba a salirse por mi boca, miré el nuevo escenario: era un cuarto agradable, había un ligero aroma a manzanilla, eso me gustó, había un gran sofá marrón, distinto al que me había imaginado, un escritorio color caoba y una mecedora de madera vieja, vieja pero bonita, bonita, pero vieja.

-Hola Sísifo! -Me dijo-

Yo solo sonreí, o eso creo que hice.

-Siéntate, -Me dijo- Y lo hice.

-Bueno, vamos a conversar, ¿quieres hablar de algo en especifico, o puedo hacerte un par de preguntas si es más fácil para ti? -Preguntó-

No. -Le dije- no sé que decir, nunca había venido a un sitio de estos y no sé por donde empezar, no es como ir al gastroenterologo y decir: "me duele el estomago justo aquí cuando me como tales cosas".

 Te equivocas -Me dijo- Es igual, dime dónde te duele, dime por qué te duele, y yo te diré cómo aminorar el dolor.

Dos horas estuve ahí, frente a él, me pareció increíble e imposible poder narrar mi vida completa en dos horas, pero lo hice. Hablé mucho, sin parar, hablé, del pasado, de la familia que tenía, de la que tengo, de la que creo tener, de la que pienso nunca tendré. Hablé del desamor primero que del amor, hablé del dolor que sentía, de cuando empezó,y puedo recordar lo que me preguntó.

Dime; para ti, ¿cómo es enamorarse?

¿Ud quiere saber cómo es enamorarse? yo se lo diré:

"es sentir una presión el pecho, querer gritar y no poder emitir sonido,
darte cuenta de que las palabras no explican nada, que es como si
hablaras un idioma extraño que nadie antes había hablando. Es sentirse
viva y querer morir, querer morir y vivir al mismo tiempo, porque se
sufre tanto tanto que nunca hubieras pensado que se pueda sufrir de
ese modo. Enamorarse es darte cuenta que un poema de tres lineas
resume toda tu vida, es melancolía y risa a la vez, pena, alegría, angustia
 y plenitud. Enamorarse es pasión, inseguridad, fiebre, carencia y exceso.
Ser más yo de lo que nunca fui, y no reconocerme. 
El amor marcó un antes y un después en mi vida"

Él me miró unos segundos y dijo: -Entonces parece ser algo maravilloso, ¿por qué te duele tanto el amor?

No, el amor no me duele, me duele lo que trae consigo, -Contesté- el amor que siento hoy es "ávido como un mendigo, insaciable, egoísta, siempre al límite. Es feliz y desgraciado, sabio e ignorante, generoso y tacaño. Este amor no sabe de equilibrios. Es una extraña mezcla de alegría y pena. Una mezcla fructífera y creativa a veces, pero destructora otras".

Sonrió y me dijo que quizás me faltaba tener un poco de egocentrismo. Dijo: "El amor siempre es positivo y maravilloso, nunca es negativo en si mismo, y sin embargo en la codependencia se lo utiliza como excusa para sostener algo tan enfermo como la adicción al otro. De todas formas no es solamente una confusión, es un argumento falso, el codependiente, en realidad no ama. Necesita, reclama, depende, pero no ama"
No es tan difícil de entender. -Aseguró-

Mira, dime algo: ¿Por qué te duele lo que trae consigo? El silencio, la distancia, la mentira, las dificultades son parte de la relación con los demás, no del amor en si. "La verdad sin remedio que nos pone tristes es que siempre, siempre se puede vivir sin el otro... ¡Siempre! Y hay dos personas que deberían saberlo: 
Yo mismo y quien está a mi lado. -Afirmó-

Luego continuó su monologo resucitador...

"Es horrible que alguien piense que yo no puedo vivir sin él o sin ella.
Es peor todavía si empieza a pensar que no puede irse de mi lado porque yo moriría en su ausencia... Es aterrador pensar en convivir con alguien que crea que soy imprescindible en su vida.
Estos pensamientos son una manipulación y una exigencia siniestras".

Yo lo oía con atención mientras las lágrimas comenzaban a rodar sobre mi rostro.

Verás querido Sísifo; "mi idea de un encuentro sano es la de dos personas centradas en sí mismas que comparten un camino sin renunciar a ser quienes son. Es difícil aceptar ésta idea del amor, especialmente porque va en contra de lo que aprendimos. La sociedad intenta de muchas maneras (sutiles y de las otras) entrenarnos para privilegiar al prójimo. Aprendimos por ejemplo que cualquier cosa ¡¡cualquiera!! que es importante para ti debe serlo también para mi. Y eso está mal, piensa en ti primero. Si, ten un poco de egocentrismo en tus venas. Te explico: "Lo malo no es centrarte en ti mismo, lo insano es querer ser el centro de la vida del otro.

No se nace sabiendo disfrutar el hecho de compartir; tampoco es obligatorio, pero se puede aprender.

El amor por los otros se genera y se nutre. Más aún empieza por el amor a uno mismo. Porque el amor tiene mucho que ver con la posibilidad de verse en el otro. ¡Nunca nadie se vacía cuando ama!"

¿Y que hago con el dolor de la despedida, cuando me sé en solitario de nuevo, cuando todo ha fracasado y llego a sentir que no puedo hacer nada más? -Pregunté- Hice una pausa porque me faltaba el aire, hubo unos segundos de silencio, y luego continué: "Hay situaciones en que parece que las experiencias afectivas se amontonan, que el sufrimiento se hace denso, compacto, y que el dolor va a atravesarme las entrañas y salir por algún lado, como un géiser. Me lleno de melancolía, la melancolía para mí es la constante presencia de una ausencia, una ausencia cada vez más presente". Algunas cosas las veo difíciles de soportar; la distancia, el olvido, la rutina "el distanciamiento afectivo es más cruel y efectivo que el que se crea con la distancia".


Guardó silencio mientras yo lo miraba sollozante, por un momento pensé que a él le faltaba un habano en las manos para parecerse al que yo me había imaginado. Sus ojos algo achinados parecían comprenderlo todo, sus anteojos plateados no opacaban el brillo de su mirada, parecía sincero, paternal, creo que estaba un poco pasado de peso, pero no tanto.

Si quieres llorar llora, -Sentenció- "no te hagas el fuerte, no te guardes todo para dentro. Con el tiempo si sigues adelante el dolor y el miedo irán disminuyendo. Confía en ti por encima de todas las dificultades, y si lo haces te garantizo que no te defraudarás. Anímate a abrir los ojos a las nuevas puertas.
Un problema, una dificultad, un obstáculo, un dolor, siempre significa un aprendizaje, un vivir de otra forma; un aprender a tomar nuevas decisiones, a desempeñar tareas que antes hacían otros, a establecer nuevas formas de relación con el mundo. La experiencia es muchas veces, un maestro muy cruel.
Sin embargo no hay una frustración que no me obligue a madurar. No hay una dificultad que no redunde en un crecimiento personal".

 Por largo rato habló y con su tono suave y pausado me hizo reflexionar, reír y seguir hablando.

Al finalizar la sesión le dije: los arregladores de gente como tú siempre me han parecido tan falsos, imagino que tu vida es un desastre.

Soltó una carcajada que me espantó, y cuando se calmó me dijo: -Aún estoy buscando un buen terapeuta.

Finalizamos riendo, eso me gustó. 

Me levanté del sofá, alegre, en tranquilidad, sentía que ahí dejaba mucho de lo que ya no necesitaba, debía dejar muchas cosas más pero en lugares distintos, de eso estaba en disposición de encargarme.

Giré la manilla de la puerta, pero antes me detuve un poco, volteé y le dije: "Entre, Risso, Coelho y Tú, Osho se los caga a todos".

Con una sonrisa me contestó: -Saludo al Buda que hay en ti

¡¡Maldito Bucay!! -pensé- Y me fui sonriendo.

Algunos párrafos tomados del libro: Sísifo Enamorado de la escritora Laura Mintegi. Los diálogos de Bucay tomados de su libro Las 3 preguntas.

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