De niña la mujer de hoy como cualquier pequeña jugaba a ser grande, vestía con las ropas y tacones de mamá y soñaba, soñaba con la inocencia que puede albergar cualquier niño en sus juegos vespertinos. Poco recuerda de su niñez, quizás porque es mas fácil acarrearle a la amnesia selectiva lo que quiere olvidar. En la adolescencia las ocurrencias graciosas hacían el día diferente eran tonterías propias de la inconciencia juvenil pero que otorgaban a su vida un tinte diferente. Nada era tan importante en ese entonces, estudiar, salir con amigas, hacer deportes era cotidiano ningún pensamiento futuro preocupaba su cabezita. Con el tiempo la forma de pensamiento le cambio, estudiar se convirtió en lo principal, las amigas seguían saliendo solo que sin ella, y un buen día la niña ya empezaba a caminar pasillos universitarios, llenaba la cabezita un tanto vacía de conocimientos determinantes.
Muchas tardes la calle queda muerta al entrar a los pasillos bulliciosos, en el piso ya no sorprenden la gotas de sangre, a media noche los llantos que se oyen del lado de la ultima ventana indican el final de una vida más y el dolor profundo de familias inconsolables. Las alarmas son ya melodía, las diluciones se hacen monótonas, trata de memorizar en vano clases completas de equilibrio ácido base y no termina de recordar los valores normales de bicarbonato en sangre, pero ahí esta peleandole a la muerte la vida de algunos inocentes, le teme a la hipertermia maligna y se ríe de la hipertensión. Como todas las demás posee el valor heredado de la mujer de la lampara quien en tiempos de guerra solo con esa arma curaba y alumbraba la esperanza.Hoy escribe: hace 3 años juré por mi profesión, ¡¡juraría hoy y siempre!!
junio 2008.
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