jueves, 28 de mayo de 2015

Otras idas.

Una bruma espesa cubría casi toda la Laguna de los Francos. Desde la ventana del segundo piso del hospital la visión del horizonte era reducida, eran las 12 de la noche y los gritos no cesaban.

 Una alarma de monitor electrocardíaco no dejaba de alertar, algo andaba mal desde las 7 pe eme.

Ojos letárgicos y mirada perdida, perdida en mililitros de analgésicos que ya no hacen efecto, parapadeo ausente y manantiales de baba en semanas interminables. ¿Qué pasa con el cuerpo que ya no aguanta una dolencia más?

Trataba de responder ese cuestionamiento cuando su corazón se detuvo... mecanizado el auxilio trata uno de devolver al que quiere irse. Conseguir un latido tiene un protocolo, siga usted los pasos y devuélvale la vida, sí, cual cuentico del soplo en la costilla primigenia.

Un remendador creyéndose salvador, ese chip aún no se oxida.

No se veían las estrellas en el cielo, estaba nublado el firmamento que se asomaba por la ventana del segundo piso del hospital, un silencio interno supo a resignación, ¿o era entendimiento? Eran las 3 a eme y entre el bullicio externo los gritos no cesaban.

-No ignores los signos ni los síntomas. Fíjate, parece haber una súplica silente en la fascia premorten, "premorten tardía", si es que eso existe.

-Yo nunca he entendido las largas agonías.

-Quizá no te corresponda.

La bruma se disipaba y la laguna comenzó a verse clarita desde la ventana del segundo piso del hospital, un carro fúnebre abría su puerta trasera, eran las seis de la mañana y los gritos no cesaban.
 


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